La realimentación (o retroalimentación) es un mecanismo en el que la salida de un sistema se utiliza para modificar o controlar su propia entrada. Esto permite que el sistema tenga conocimiento de su propio estado y pueda ajustarse o adaptarse en función de la información recibida.
En la actualidad, la realimentación sigue siendo un concepto fundamental en una amplia gama de sistemas y aplicaciones, desde el control de procesos industriales hasta los sistemas de aprendizaje automático y la inteligencia artificial.
Las aplicaciones más relevantes de la realimentación incluyen el control de sistemas dinámicos, la estabilización de señales, la optimización de procesos y la mejora del rendimiento de algoritmos de aprendizaje. Además, se ha integrado con tecnologías emergentes, como la Internet de las Cosas (IoT) y la computación en la nube, para permitir la monitorización y el control remoto de sistemas.
La importancia de la realimentación radica en su capacidad para mejorar la eficiencia, la precisión y la estabilidad de los sistemas, al permitirles ajustarse y adaptarse a los cambios en tiempo real. Su uso adecuado, junto con técnicas de diseño y control avanzadas, es esencial para la implementación de sistemas robustos y confiables en una amplia gama de aplicaciones tecnológicas.
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